domingo, 14 de marzo de 2010

Tres comentarios sobre Claus y Lucas

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Comentario 1. De Zoquete
Mis adorables y amantísimos amigos,¡Qué gran deleite y contento me produce agasajaros sin dilación con la insuperable propuesta de apasionada lectura del volumen "Claus y Lucas"! Mi maltrecho corazón se encoge conmovido ante la simple suposición de imaginaros recorriendo las líneas de esta extraordinaria novela. Decidme de veras, con toda honestidad, aun a sabiendas de que todavía no hayáis disfrutado del placer de encontraros con la primera página del libro, ¿no os invade el vértigo, no sentís ya el hormigueo de dejaros cautivar por las verdades como puños que imprime (qué digo imprime, ¡que taladra!) la autora sirviéndose de dos pobres e inocentes angelitos?

Os ruego encarecidamente que tengáis a bien permitidme incluiros un febril pasaje del texto. Estas líneas que ahora siguen os ilustrarán con profusión y holgura sobre lo que mi débil verbo es incapaz de articular con un mínimo de justicia:"Para decidir si algo está «bien» y «mal» tenemos una regla muy sencilla: la redacción debe ser verdadera. Debemos escribir lo que es, lo que vemos, lo que oímos, lo que hacemos.
Por ejemplo, está prohibido escribir: «la abuela se parece a una bruja». Pero sí está permitido escribir: «la gente llama a la abuela "la Bruja"».Está prohibido escribir: «el pueblo es bonito», porque el pueblo puede ser bonito para nosotros y feo para otras personas.
Del mismo modo, si escribimos: «el ordenanza es bueno», no es verdad, porque el ordenanza puede ser capaz de cometer maldades que nosotros ignoramos. Escribimos, sencillamente: «el ordenanza nos ha dado unas mantas».Escribiremos «comemos muchas nueces», y no: «nos gustan las nueces», porque la palabra «gustar» no es una palabra segura, carece de precisión y de objetividad. «Nos gustan las nueces» y «nos gusta nuestra madre» no puede querer decir lo mismo. La primera fórmula designa un gusto agradable en la boca, y la segunda, un sentimiento.
Las palabras que definen los sentimientos son muy vagas; es mejor evitar usarlas y atenerse a la descripción de los objetos, de los seres humanos y de uno mismo, es decir, a la descripción fiel de los hechos."Algo parca esta escritora, ¿no? ¿Cómo? ¿Qué decís? ¿Qué os gusta más su estilo? ¿Qué pasa con el mío? Lo que chirría son vuestros culos. Judas, más que judas, que sois unos judas. Además es que sois ignorantes, incapaces de valorar la buena prosa. Normal, porque seguro que no domináis el idioma.
Pero, ¿qué estilo es éste? Imaginaros que cada vez que escribiéramos mal una palabra nos dieran una bofetada. O que al confundir pan por can nos lanzaran un agresivo dogo en lugar de darnos el alimento. ¿Y si nos lapidaran de forma inmisericorde por expeler "desbordante pasión" o "corazón ardiente"? Creo que mejoraríamos algo nuestra palabrería. Buscaríamos la precisión en nuestros términos. Incluso decidiríamos economizar palabras, como si escasearan, como si fuéramos a pagar por ellas, recuperando el espíritu de los telegramas. Finalmente, sin duda evitaríamos usar adjetivos, como si la vida nos fuera en ello, de no ser que la frase cambiara tanto de significado que casi fuera un sacrilegio omitirlo.Un diccionario al servicio de una historia, y no una historia para exhibir nuestro diccionario.
¿Qué historia?Unos inocentes gemelos. ¿Inocentes? Inocentes. Artífices del fragmento antes citado. Unos corazones ¿puros? ¿Qué es la pureza? Niños como tablas rasas donde van grabando poco a poco sus experiencias. Sienten dolor y no desean sentir dolor. Se entrenan para ello: "ejercicio de endurecimiento del cuerpo". Advierten que los sentimientos hacen más daño. Se entrenan también para evitarlos: "ejercicio de endurecimiento del espíritu". Sienten curiosidad. Observan. Concluyen. Actúan. Más ejercicios: "ejercicio de ceguera y de sordera", "ejercicio de ayuno"; "ejercicio de crueldad". Las circunstancias les conducen por caminos muy sencillos, casi incómodamente conductistas. Una guerra. Ocupación extranjera. Enemigos. Refugiados. Hambre.
Los niños realizan sus prácticas, proezas casi, sin atisbo alguno de vanidad, sin presunción: simple supervivencia. Parecen carecer de sentimientos, quizás debamos aprender a detectarlos. No inspiran lástima, ni ternura, ni compasión… ¿tal vez admiración? Capacidad de adaptación, de aprendizaje de idiomas, de desprendimiento, sí, también de desprendimiento. También añadiría como mérito una extraña frialdad justiciera, si supiera de qué justicia se trata. La frialdad es un hecho objetivo.El estilo parece diseñado para imitar al contenido, ¿o es el contenido el que plagia al estilo?
Desconozco las intenciones de la autora, pero los hechos narrados muestran una inusual dureza, crueldad y, al mismo tiempo, desnudez. Frases que parecen huir de cualquier ardor y ornamenta, como evitando interferencias que puedan distorsionar la historia. Se me antoja que la escritora estuviera tan convencida de lo horrible de los crímenes presenciados, que no ve la necesidad de adorno alguno, de incluir sus sentimientos. Basta narrarlo, huyendo de cualquier partidismo, como ávida de justicia o, cuando menos, buscando dejar una mínima constancia. Me la imagino pensando "No hace falta inflarlo para que se advierta la tragedia. No deseo exagerar ni una coma. No bajen la guardia, no piensen que es fruto de la imaginación, de la distorsión, de la exageración. Esto es lo que hay".Los paticortos no perdemos el paso, lo aceleramos para no ir rezagados. Los sordos no confunden palabras, las reconstruyen a partir de unos pocos fonemas. Su inteligencia debe compensar su deficiente audición. Un bizco debe mirar más, con mayor atención, para obtener la misma imagen que un vidente normal. Quien tiene el «don» de la verborrea, corre el riesgo de ahogarse entre sus propias líneas. Quien sufra la maldición de la poesía, le sobran palabras. A quien le urge escribir, vomitar lo que le corroe, encuentra pliegos de descargo, más que páginas en blanco.
Si, mis amables amigos, la abuela no parece una bruja, ni siquiera podríamos decir que es asquerosa, sencillamente: "La abuela no se lava jamás. Se seca la boca con la punta de su pañoleta cuando ha comido o ha bebido. No lleva bragas. Cuando tiene que orinar, se queda quieta donde está, separa las piernas y se mea en el suelo, por debajo de la falda […]".En unos tiempos donde tanto vende cebar los sentimientos con carnaza, cargar de hemoglobina las páginas, ejercer travelings literarios repletos de escenarios imposibles y, por supuesto, incluir las imprescindibles acrobacias sexuales, Agota Kristof es un muy recomendable "ejercicio de lectura".
Enlaces sugeridos:Una escritura descarnada:- Reportaje. Niños que no son inocentes, http://www.elpais.com/articulo/semana/Ninos/inocentes/elpepuculbab/20070224 elpbabese_2/Tes- Entrevista. "No me interesa la literatura", http://www.elpais.com/articulo/semana/interesa/literatura/elpepuculbab/2007 0224elpbabese_1/Tes
Agota Kristof, from Wikipedia, the free encyclopedia, http://en.wikipedia.org/wiki/Agota_KristofObservación: el comentario de SINmargen hace referencia al uso del aún en la construcción "aún a sabiendas" que en el original se encontraba con tilde, cuando debería no llevarla (incluso a sabiendas). http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltGUIBusDPD?lema=tilde2 Comentario 2. De Generalessa
Lo leí hace algo más de un mes, pero lo recuerdo con total claridad, es realmente impactante. Este libro engloba tres relatos que en su día se publicaron por separado. Claus y Lucas son dos hermanos gemelos, o quien sabe, puede que sean las dos caras de una misma persona. Aún a pesar de que la historia se modifica y se reescribe a lo largo de toda la novela, son demasiadas las cosas que se dejan a manos de la percepción personal del propio lector. Aún asi, yo me atrevería a decir que el verdadero protagonista no son estos inquientantes gemelos, sino la propia guerra. La historia nos sitúa en un pais indeterminado y durante una guerra indeterminada, aunque inevitablemente y quizás por la procedencia de la autora, uno no deja de pensar en los conflictos balcánicos.
Tengo en la memoria una historia de terror donde el protagonista después de sufrir mil avatares para salvar de la muerte a un bebé, descubre que éste, de tan sólo meses, tiene la dentadura completa y eso le produce un terror incomensurable, más que cualquier penuria de las que acaba de sufrir. Es antinatural... ¿qué hay más antinatura que la maldad en un niño? ¿el rechazo de tu madre? ¿una guerra fraticida?... Esta novela narra esa crueldad desde la mirada de unos niños que reinventan la realidad para escapar de una vida inhumana, de un abandono prematuro, de una cordura extinta... al punto que el lector deja de percibir también esa realidad, entra en el imaginario de Claus y Lucas (son el mismo nombre o al menos las mismas letras reordenadas) y se deja embaucar por sus historias inspiradas en el horror de la guerra y de la más absoluta de las soledades.
La primera novela está escrita en un lenguaje "infantil" y a medida que crecen los niños, el lenguaje se complica, siempre en tono de diario personal y eludiendo cualquier referencia geográfica o temporal. Podríamos hablar de la guerra servo croata o de la Alemania nazi, da igual, porque lo justifiquemos como lo justifiquemos, una guerra es una guerra (aunque ahora todos son "conflictos").Sobrecoge, la novela no te deja indiferente, o te mueres de horror con los protagonistas y el rosario de personajes martirizados por una situación de la que nunca participaron activamente o te revelas ante tanta miseria de alma. Sin ser una historia bella, consigue que ciertos momentos tengan una gran impacto visual, gráfico, porque aunque lo neguemos, aunque Lucas y Claus se empeñen en hacerse impermeables a la crueldad, los sentimientos no se omiten, se esconden a lo sumo, con el tiempo se enconan y terminan siendo algo más que esqueletos en el armario.
No es un libro para pasar un buen rato, pero no todo en esta vida es puro entretenimiento. Feliz lectura!.
Comentario 3. De Almode
Cómo ya comentaba en mi última opinión sobre literatura, estoy pasando una época de descubrir autores. En esta misma opinión comentaba el virus que supone la lectura, y tengo que decir que Claus y Lucas, me ha atacado de lleno. Cierto es que acabo de terminarlo, pero ni por asomo consigo olvidarme de esta historia, dentro de otra historia y llena de otras historias. El libro llegó a mí de la mano de una opinión de generalessa, y como sería que aún y a pesar de estar sumida en otras lecturas, me puse a buscar la novela como loca. Nada, no la encontraba, me llegaron a insinuar que el Aleph (editorial que la publica) había cambiado de dueño y que no lo reeditarían. Con lo que no contaban es con mi cabezonería para ciertas cosas, y finalmente encontré un único ejemplar en una librería de Chamberí.
Iba con el libro en la bolsa, y de vez en cuando me paraba, lo hojeaba, lo volvía a guardar, hasta que no pude más y me senté en una terraza de la calle Fuencarral, y empecé liberalmente a devorarlo. Era imposible dejar esa lectura descarnada, dura, cruel y a veces tierna. El virus había hecho su efecto. Me imagino que a muchos no os es ajena la situación que describo. Es como un imás.El Aleph bajo el título de Claus y Lucas, publica la trilogía de la autora Hungara Agota Kristoff.
La autora nacida en Hungría en 1935, huye del régimen postsoviético de su país junto con su marido y su hija, y se instala en una región francófona de Suiza.Empieza a trabajar en una fábrica de relojes, y como anécdota contará años después que el ruido monótono de las máquinas le ayudaría a concentrarse y redactar en su mente poemas que transcribiría en su casa al terminar la jornada de trabajo. (esta misma anécdota la pondrá en manos de uno de los gemelos en la tercera parte de la trilogía)
Como ya he indicado el libro es en realidad una trilogía, y así lo llama su autora. La primera parte "El Gran cuaderno" nos sitúa en un país en guerra, y una madre a quien la necesidad lleva a dejar a sus hijos gemelos en una aldea con su abuela materna, que ni quiere a los niños ni los niños le quieren a ella.
Los gemelos sienten la marcha de su madre como un abandono cruel, y deberán aunar sus fuerzas para sobrevivir en ese ambiente hostil. Sabiendo que solo se tienen el uno al otro.Así se ejercitan para sobrevivir, llevando a cabo ejercicios de sublimación personal, como aguantar el dolor, el hambre, la sed , el frío.
Todas las secuencias que van viviendo, las plasman en lo que llaman el gran cuaderno, una especie de diario, en el que cuidan hasta el límite las palabras, no permitiendo ninguna expresión de denote sentimientos. Las palabras, las frases deberán ser descriptivas, para no provocar en el lector ninguna predisposición.He leído algún comentario sobre la obra que habla de la maldad a través de los ojos de la infancia. Puede que yo sea muy pacata, pero no es eso lo que he visto en esta primera parte. No hay maldad en el sentido que yo la entiendo, es decir premeditación, no obtener ningún beneficio a cambio de un acto deleznable. Lo que hay a mi juicio es instinto de supervivencia, de endurecerse, y la adaptación de los gemelos a un medio en el que el hambre, la guerra, la falta de cariño obliga a prescindir de sentimientos y de juegos. Los hermanos no son conscientes realmente de que los actos que realizan podrían calificarse como malos, muy al contrario, entienden que el mal que causan es necesario para alcanzar un bien que en último extremo lo compensa.
En la segunda parte "La prueba" los gemelos se separan. Uno de ellos cruzará lo que podríamos considerar el telón de acero y el otro se queda en la aldea.La guerra ha terminado, pero en el país se instaura un régimen dictatorial. La marcha de su hermano, hace que Lucas, se nos presenté como la parte buena del ser humano. Con su hermano Claus lejos, se aleja el mal, y por todos los medios intentará dar a su vida un giro presidido por la honestidad, la lealtad y la honradez. Incluso se hará cargo de la educación de un niño minusválido, justificará a los prohombres del partido y sus amoríos lo serán con seres marginados a los que la guerra también ha dejado inválidos de sentimientos.
Si la primera parte de la obra esta escrita en primera persona del plural, esta segunda parte es personal, es singular.La tercera parte "La Mentira" coincide con el regreso del hermano. Es precisamente en esta entrega cuando a medida que avanzamos en la lectura, nos preguntamos, que es lo que ha pretendido la autora ¿nos ha estado engañando durante los anteriores relatos? Los personajes se entremezclan, hasta el punto de llegarse a cuestionar si los gemelos realmente eran gemelos o lo que se pretendía era un recurso literario para traer a colación lo que tantas veces ya se ha hecho en la literatura. El bien y el Mal, formando un totum revolutum y siendo conceptos total y absolutamente inseparables.
Esta puede ser una interpretación porque la novela, es como aquellas muñecas rusas que dentro de una hay otra, y otra y otra hasta llegar a una muñequita deforme, y mal pintada.Puede ser que como decía generalessa, estemos ante una trama homérica, y volvemos al sino, al destino, a entender que no hay una única verdad, porque las verdades son subjetivas, móviles, dadas a interpretaciones, y al final lo único claro es la muerte y que el bien y el mal se complementan. Que realmnete los actos humanos no son malos en sí mismos.
Altamente recomendable, imprescindible,,, no me canso de alabar esta obra

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